1. They wore blue velvet. La visita del viernes resultó esperanzadora y engañosa. Tuve que haberlo supuesto. Como el perfecto césped de "Terciopelo Azul" oculta una tierra llena de insectos que se mueven nerviosos, el viernes fue un envoltorio de falsa normalidad morfológica para lo que estaba por llegar el sábado: frikis de pieles céreas y cosplays eternamente mal elegidos, invadieron el salón con su olor ácimo y sus enormes culos.
2. Mana Mana. Que los frikis son peligrosos ya lo probó John Lennon. Milo Manara debió recordarlo este fin de semana, ya que se pasó horas y horas de más echando firmas y dibujos. Sus militantes casi la montan parda cuando la organización decidió liberar al pobre hombre para que comiese y se soltase la cánula. Y todo por conseguir un dibujo a ensuciar. Oh, Christ.
Cuando digo que Manara firmó a todo el mundo, digo bien.
3. El derby. El salón de Barcelona es una muestra más seria, se celebra en un recinto mucho mayor y está trufado de exposiciones, promociones y demás alegrías. También es más transitable; nadie ha de morir entre carnes ajenas para ir de un puesto a otro.
El de Madrid tiene prácticamente el mismo número de puestos (en un cuarto de espacio), y es más petardo y feliz. El gafapasta astiberrino de Barcelona estaría incómodo entre los trashy freaks madrileños. ¿Dónde quedan los denigrantes espectáculos, tipo "Baile floral de Storm Troopers", que sí se pueden ¿disfrutar? en la Casa de Campo? ¿Eh, EH?
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