No sé cuál es mi película favorita. Siempre suena "Annie Hall", pero a veces tengo dudas. Tengo días Wes Anderson, días Neil Jordan, y hasta días Coppola.
Tampoco podría elegir un libro. ¿"A sangre fría", siendo sincera y no original? ¿"La hierba roja", siendo original y no del todo sincera? ¿Un Chandler, un Barnes, "Tristram Shandy"? No me mojo.
Si acaso sé cuál es mi perfume preferido. Pero a quién le importa, este blog sólo lo leen hombres.
Soy una indecisa crónica. Releo las cartas de los restaurantes una y otra vez antes de pedir, y cambio de opinión al llegar el camarero. Cuando le veo irse, ya quiero otra cosa.
Tardo diez minutos en redactar un sms. Los reescribo como si fueran un relato a concurso y sopeso cada matiz de cada coma, de cada espacio y de lo que implica un "Bs" en lugar de un "Besos".
Llevo camisetas en el bolso por si a media tarde me arrepiento de la ropa que he elegido, y suelo echar de menos una tercera opción. Mis bolsos empiezan a ser más grandes que yo. Las dudas ocupan lugar.
Sólo hay dos islotes de certidumbre en mi vida. El primero es Rodrigo. El segundo, "Shake the disease", mi canción favorita. Decidí que lo fuera el 7 de Julio del 2006, en Estocolmo, cuando Martin Gore la cantó a mitad de concierto, en una versión pausada y apenas acompañada de instrumentos.
Y punto.
4 comentarios:
Que bonitoooouuu!!!
Tristram Shandy.
Bonita canción, aunque ya sabes, como te dije el otro día,prefiero la versión original. Pero aun así, grupazo donde los haya de mi querido "tu...tu kah".
Hadokens para todos
Como también yo te dije el otro día, mi querido islote, quiero decir lo que digo: esa versión hizo que se convirtiera en mi canción favorita, no digo que esa versión sea mi canción favorita.
Pero te aseguro que escucharla en directo, en un estadio olímpico de comienzos del siglo XX, con la brisa del verano sueco colándose entre los torreones humanos que son los escandinavos, te llega.
Ays...
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